LA VEJEZ HACIA ATRÁS

Portada de la segunda edición de MIISTERIOSAS AVENTURAS DE VILLANUENA, realizada por Casilda Rodriguez

Portada de la segunda edición de MIISTERIOSAS AVENTURAS DE VILLANUENA, realizada por Casilda Rodriguez

Quiero cerrar el año con la publicación del capítulo XI, de mi libro MISTERIOSAS AVENTURAS DE VILLANUENA (Cuyas copias están agotadas), como un presente por todos los ancianos y los niños, hoy cuando en el mundo lo predominante es una mirada de desprecio a ellos, sobre todo a los ancianos. Muchos hijos, nietos, sobrinos, etc, de nuestros días no piensan que van a envejecer, y que mañana tomaran veneno de la misma botella que dan a los viejos.

Amigas y amigos del mundo a despedir el año con sus viejos  queridos si todavía los tienen y sus niños.

CAPÍTULO XI: LA VEJEZ HACIA ATRÁS

El día se ha estancado. El tiempo parece que ya no fuera el tiempo, sino un viejo terco suspicaz, de barbas de luz, cansado de que lo dividan y subdividan, lo echen hacia atrás y hacia delante y él sin poder conocer su edad. El sol rápido se puso sobre el centro de la ciénaga y allí se quedó. Se quedó sobre su trono de aguas, cielos, luz, mirando burlonamente al hombre y a esta morada llamada Maracayo.

Villanueva, sudoroso e incansable  con el sombrero retorcido en una de sus manos, recorre el caserío. Entra y sale de las casas y grita reiteradamente:
-¡Que vengan!, ¡que vengan todos los viejos!, salgan a la orilla de la ciénaga, allá en las piedra los espero. ¡Vengan a pasar de los bueno!

De las casuchas iban saliendo los ancianos, conducidos por sus hijos y nietos. Salía alborozadamente, toda la variedad de viejos que puede existir en una comarca: viejos de cabellos blanquecinos y frondosos, viejos cabezas peladas, viejos tullidos o de caminar parsimonioso, bien vestidos, o en harapos. Viejos que vociferaban mensajes indescifrables similares a un viajaó de loros, provocados por un sereno. En ellos florecía la alegría y sus memorias devanaban los tiempos siempre añorados en la vida.

La muchedumbre de viejos lentamente se hizo entre la ciénaga y los cocoteros. La mayoría se sentó sobre las piedras y los troncos. Los tullidos fueron colocados en hamacas y sillas de mimbre. El resto de pobladores se volcó al sitio. Villanueva reparó el amplio hormigueo de viejos y dejó escuchar su voz:

ILUSTACIÓN COSA RARA, VILLANUEVA-Abuelos, este es un día memorable para ustedes, día en que se les hará realidad el deseo que pidan. ¡Pidan un deseo!

Los ancianos reaccionaron con una actitud reflexiva: se llevaban las manos a la cabeza, a las mejillas, y miraban hacia el horizonte, entre el agua y los cielos. Luego erupcionaron  delirantemente con un mundo de peticiones, que dejaba al resto de pobladores profundamente impresionados:
-¡Villanueva quiero que me hagas rico!
-¡Villanueva quiero ser rey!
-¡Villanueva quiero ahora tener a las mujeres mas lindas del universo!

Pidieron todo lo que les pasaba por la cabeza. Tal vez por lo que lucharon en la juventud y no lograron conseguir. Una vieja ya pasada de siglo, de cabellera cenicienta y apoyada en un bastón, irrumpió con una voz clara:

-¡Es el colmo!, ¡no puede ser!, ¿Cómo se les ocurre perder el tiempo en esas bobadas? Cómo vamos a perder esta oportunidad, a estas alturas de la vejez. ¿Plata?, ¿para qué plata ahora?. ¿Mujeres?, ¿no tuvieron mujeres? Mejor porqué no pensamos en algo que nos llene el alma. No ven que somos tan viejos, que en los próximos días, cualquiera de nosotros puede estirar la pata, y despedirse de este mundo. Pensemos en algo bien sabroso… por ejemplo…

La vieja hizo una pausa larga, se saboreó y rebuscó en el desierto de su memoria algo diferente a lo pedido hasta el momento. Se agarró con las manos la cabeza, cerró los ojos, después los abrió y levantó los brazos exclamando:

-Ya sé, ya sé… porque no se les había ocurrido … Villanueva dejanos volver a ser niños, ¡niños otra vez!

La multitud de ancianos enmudeció. Los ojos adquirieron una transparencia, que querían mostrar el tranfondo del alma. Encogieron mucho más las frentes y se quedaron pensativos y viajaron lejos y largo por el tiempo de la infancia, el tiempo de la adolescencia, por todo aquellos años que dejaron regados por la ciénaga. Admirados con aquel mundo que constantemente los asediaba y ahora les tomaba el alma y les estallaba la sensibilidad. Dejaron escapar un profundo suspiro y una lágrima resbaló de los ojos y coincidieron en que aquella era la época más linda de la vida.

-Abuelos, es sólo un deseo, no más que un deseo para todos y recuerden que es por el día de hoy. Piensen bien lo que quieren. Miren que pueden desaprovechar una oportunidad linda en la vida.

Los ancianos otra vez se adentraron a su mundo imaginario y volvieron a recordar sus primeros años en aquel reino de los montes y de las aguas. Sus pechos se alteraron, galopando incansablemente sobre los hechos, que nunca olvidaban y siempre les atormentaban la amargura del presente y les decían que lejos era ahora la felicidad, con un presente quejoso, arruinado y desechable. Los labios se crisparon y una sonrisa se filtró por aquellos muros de los tiempos. Los ojos se nublaron, y otra lágrima rodó por las mejillas. Una vez más coincidieron, de que la infancia y la adolescencia, era el momento más bello de la vida. Como si estuvieran comunicados mentalmente, con una fuerte descarga de energía que estremeció los penachos resplandecientes y cenicientos, clamaron al unísono:
-Villanueva: ¡Queremos volver a ser niños! ¡niños! ¡niños!

Cuando terminaron de gritar el deseo, con una fuerza inaudita a sus edades y contextura, poseídos de una honda alegaría, se agitaron en un marasmo, donde resonaban aplausos, vivas y sonoros guapirreos.
Villanueva les observó con mucho detenimiento y satisfacción, parecía que él hubiera estado esperando aquella petición, porque sus ojos se alegraron y su rostro se iluminó con una sonrisa disimulada, que apenas si podía ocultar. Se quitó el sombrero, lo agarró por una de sus alas, le dio la espalda a la ciénaga, pegó a correr y lo lanzó a los cielos, diciendo con alborozo:

¡Que viva la niñez! ¡que viva la alegría de un viejo volver a ser niño otra vez!

La muchedumbre de ancianos enmudeció, con los ojos fijos en el sombrero, que hacia giros en el cielo, en medio de un mar flotante de pétalos de flores, que fueron lloviendo sobre la tierra. El sombrero cayó a tierra y cayeron pétalos de todos los colores, con todos los aromas, que en el suelo se convertían en una diversidad de juguetes para niños. Juguetes que apenas eran tocados por los viejos, les comunicaban una alegría y espíritu infantil. Levantaron los ancianos del suelo canicas de cristal, muñecas, cometas, carros, caballos de madera, todo el universo de juguetes que en una época alegraron sus primeros años y los viejos volvieron a recuperar la habilidad, las travesuras y las fantasía de la infancia. Seguían siendo viejos en lo físico, de piel enjuta y cabellos cenicientos, pero niños en lo espiritual, viejos que cantaban, saltaban y corrían.

A los ojos de la naturaleza se asomaba un espectáculo conmovedor: niños niños y niños viejos, que antes caminaban parsimoniosamente, o eran tullidos, o se quejaban de dolores en los huesos, jugaban con aquel universo de juguetes, absorbidos en un interminable tejido de risas y festejos. Todos los habitantes del caserío jugaban a la orilla de la ciénaga y los ancianos de cabellos blancos o cabezas calvas remontaban las cometas, corrían en los caballitos de madera, arrullaban las muñecas y volvieron a construir aquel mundo que tantos años atrás un día dejaron.

La fiesta duró hasta bien entrada la noche, cuanto los viejos se congregaron otra vez en las piedras y una llovizna empezó a caer sobre el pueblo. Al tocar las gotas de agua a los juguetes y a los ancianos, los primeros se esfumaban y los segundos volvían a ser como antes, a andar lentamente, apoyados en los bastones, o sostenidos por sus nietos. Volvieron a mirar con melancolía y detenimiento el mundo circundante. Se alucinaron largo tiempo con la tristeza y el guayabo del tiempo ido. Salieron de este estado, cuando Villanueva les dijo:

-Abuelos, no se pongan tristes, ¿fue que no les agradó la experiencia?, ¿Por qué no cuentan como recibieron lo que pasó?

Los rostros de los ancianos se iluminaron con un aire de alegría y a sus mentes acudío lo que en el día vivieron. Dialogaron con Villanueva, entre profundos suspiros que añoraban aquel momento:

-Que lindo fue acertar en ese deseo. ¿Sabes tú lo que se siente cuando somos viejos?, viejos que no podemos correr, ni saltar, porque tenemos los huesos carcomidos y no podemos ir detrás de los grillos, las mariposas y ni remontar las cometas. Como son las cosas: cuando niños queremos ser adultos y cuando viejos, niños nuevamente y somos casi niños. Niños diferentes y amargados, atenidos a otros para hacer nuestras necesidades. Subvalorados, despreciados. Queremos jugar como niños, cogemos y nos guardamos los trompos y las canicas. De pronto recordamos algún juego, pero no jugamos como antes. Cuando niños jugábamos con esas cosas y transformábamos la realidad. Porque no es sólo remontar una cometa, montar el caballito de madera y saltar el avión. Es que en cada acto de estos se nos abren otros mundos que nos llenan de alegría. Somos seres libres que viajamos e inventamos cosas. Volamos hasta límites insospechables. ¿Qué sentimos cuando corremos en nuestros caballitos de madera?, es que no andamos en la tierra, andamos sobre las aguas y las nubes. Nuestro caballito son del color del arco iris y ellos hablan con nosotros y nosotros les preguntamos:

-¿Caballito dónde quieres ir?, él nos contesta: “Quiero ir al cielo” y le decimos “mira que es imposible ir al cielo” y él nos insiste; “como que va a ser imposible, llamemos a un espíritu” y llamamos a un espíritu y nos vamos galopando por los cielos.

-Y el trompo, el trompo cuando baila pinta caras y mariposas en la arena y zumban bellas canciones en los oídos, que nos dicen:

“Yo soy el trompo que
Que vengo a deleitarte,
Traigo en la cabeza
Un remolino de estrellas
Y en la pata todos los colores”

-Y cuando remontamos las cometas en los cielos, son como mariposas de colores, enredadas en barba de San Lorenzo.

Villanueva estuvo atento a lo que decían los ancianos. Suspiraba con cada palabra, con cada descripción.Cruzando los brazos sobre el pecho, habló lentamente:

-Ey abuelos, cuánto deseaba que se les cumpliera ese sueño. Primero porque sabían que iban a disfrutarlo, segundo porque es un buen ejemplo para los niños de ahora y sus padres. Esa época de la vida es la más hermosa y cuan rápido pasa, y no sólo pasa, también los adultos nos empeñamos para que eso sea así, matamos al niño en su momento más primoroso. Lo convertimos en adulto, sin que viva esa época plenamente. Después matamos al niño que llevamos dentro. El niño tiene las mejores condiciones para la fantasía y proponer un mundo sano y creativo. Cuando desterramos al niño del reino de la curiosidad y la imaginación, lo hacemos un ser vacío. Si por el contrario, le alimentáramos su mundo, tratáramos de entender que el tiene sus particularidades y buscáramos conocerlo íntegramente, haríamos de ellos personas diferentes, hombres con otras capacidades. Si todos los adultos nos preocupáramos por cultivar y conocer el niño que llevamos dentro, de seguro que el mundo hoy seria diferente. Cuantos problemas no podríamos resolver con el mundo de los niños. Si queremos hombres grandes, para cosas grandes, debemos apelar al mundo integro de los niños. He allí una gran misión para profesores y padres de familias. Porque en vez de hacer adultos a nuestra imagen y semejanza, no intentamos poner hombres libre integrales, en los caminos de la vida, acorde con los tiempos.

Mario Ramón Mendoza

Del libro MISTERIOSAS AVENTURAS DE VILLANUEVA

5 comentarios el “LA VEJEZ HACIA ATRÁS

  1. «Cuando niños jugábamos con esas cosas y transformábamos la realidad. Porque no es sólo remontar una cometa, montar el caballito de madera y saltar el avión…» …Gracias Mario Ramón Mendoza Mendoza por la belleza y grandeza humana …Felicidades …Un abrazo entre alas

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  2. Muy linda historia José Santiago. Felicitaciones.
    Cuando somos jóvenes añoramos ser mayores para aprovechar lo que no podemos hacer por ser niños, cuando la tercera edad o la vejez llega deseamos ser niños para gozar y descubrir lo que sólo conoce nuestra imaginación creativa y acomodarla a nuestra propia realidad juvenil, juguetona, descubridora, mágica y fantasiosa! Bella época, pero llegar a la vejez no todos llegamos y a la vez volver a ser como niños…. Qué divino regalo de Dios!
    Aprovecho para desearte un feliz año de más edad para seguir escribiendo y dejando un gran legado a esos niños que serán adultos en el futuro.
    Que el 2015 venga lleno para ti y tu familia
    de mucha salud, paz, amor, prosperidad y muchas bendiciones.

    Un fuerte abrazo,

    Alicia H. Torres

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  3. Tu comentario está pendiente de moderación.
    30 DICIEMBRE, 2014 @ 7:52 PM
    Muy linda historia José Santiago. Felicitaciones.
    Cuando somos jóvenes añoramos ser mayores para aprovechar lo que no podemos hacer por ser niños, cuando la tercera edad o la vejez llega deseamos ser niños para gozar y descubrir lo que sólo conoce nuestra imaginación creativa y acomodarla a nuestra propia realidad juvenil, juguetona, descubridora, mágica y fantasiosa! Bella época, pero llegar a la vejez no todos llegamos y a la vez volver a ser como niños…. Qué divino regalo de Dios!
    Aprovecho para desearte un feliz año de más edad para seguir escribiendo y dejando un gran legado a esos niños que serán adultos en el futuro.
    Que el 2015 venga lleno para ti y tu familia
    de mucha salud, paz, amor, prosperidad y muchas bendiciones.

    Un fuerte abrazo,

    Alicia H. Torres

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