Estamos sometidos al principio de la vida en perennes transformaciones con el todo, de un cosmos multidimensional, vivo e infinito. Solo que nuestra ignorancia, no nos permite explorarlo, más allá del UNO POR CIENTO, que conocemos. Ignorancia que nos mantiene ciegos, ante el peligro constante de los riesgos del existir. Derivando algunos de este estado su felicidad. Por eso a ellos mis disculpas, si ahora aparezco como aguafiestas.
En abril de 2020, algunos científicos anunciaron, que el Ciclo Solar Número 25, empezaría a finales de ese año y nos llevaría a un mínimo solar como el de Dalton, que ocurrió entre 1790 y 1830, cuando las manchas solares y la actividad de la estrella se redujeron, lo que produjo temperaturas globales bajas a lo habitual, con un clima extremadamente frío, pérdida de cosechas, hambrunas y destacadas erupciones volcánicas, con sus nefastas consecuencias para la vida humana. El anuncio se basaba en que la actividad del sol, en ese momento indicaba un debilitamiento de su campo magnético, reflejado en la disminución de sus manchas.
Toda esa realidad quedó sepultada, con el terror sembrado con el COVID 19 y la actual publicidad que gana el calentamiento global, que por muy grande sea su impacto, no puede encubrir los peligros, que encierra vivir en La vía Láctea, el planeta Tierra y el Supercúmulo galáctico de Laniakea.
Las manchas solares, con las que se determinan los ciclos máximos y bajos de la actividad de nuestra estrella, indicaban que estuvo sin manchas, el 77% del tiempo durante ese año, y en el año anterior había registrado igual porcentaje, siendo calificado por los expertos como el mayor en el siglo pasado y sin precedentes en la era espacial. He de recordar, que este fenómeno es indicativo del debilitamiento del campo magnético del sol, permitiendo que los rayos cósmicos entren a él y se produzcan las tormentas solares, que lanzan miles de millones de toneladas de hidrógeno ardiente, que salen disparadas al espacio, en particular hacia la Tierra.
Las manchas solares, solo en los últimos 200 años, es que han tenido un seguimiento, lográndose establecer una duración de 11 años en cada ciclo, para un total de 24 en 265 años. Con un estudio científico fundamentado de nuestra estrella, en los últimos 60 años. Se pronostica que este nuevo período podría extenderse hasta cerca al 2030. Déjenme decirles que el nuevo Ciclo Solar Número 25, está en marcha y a él debemos en gran parte los desarreglos en el clima y no al llamado calentamiento global.
Los ciclos solares, máximos y mínimos, el cambio de los polos magnéticos del Sol y la Tierra y sus efectos hacia la vida en el planeta, son el reflejo de procesos más profundos que están más allá del sol y han determinado la vida y la muerte en el planeta Tierra.
Una revisión algo ligera, de las grandes extinciones masivas de especies vivas, de acuerdo a la información disponible, da para concluir que los grandes ciclos de transformación de la vida, con la extinción de viejas especies y la irrupción de nuevas, o sistemas más organizados, está más relacionado con los giros de nuestra galaxia alrededor de Sagitario A* o sea el agujero negro, o los mismos movimientos de rotación del supercúmulo galáctico de Laniakea o el filamento cósmico, que une a las galaxias y a la misma Laniakea, que dentro de las cosa recién descubiertas está, que los filamentos cósmicos, que son las estructuras más grandes del cosmos, también rotan. Lo que ha llevado a los científicos a buscar resolver el misterio del momento cósmico angular, en que se produjo dicho movimiento.
Después de la Gran Oxidación, 2.400-2.000 MILLONES DE AÑOS atrás, el cosmos ha venido en un proceso de selección y transformación de la vida, que marca una tendencia de extinción de vidas más antiguas y organizadas y su remplazo por otras. Sucedió así con la Gran Mortandad, hace precisamente 252 millones de años, más o menos lo que dura una vuelta completa de la galaxia, alrededor del agujero negro y se denomina un año galáctico. En la que desaparecieron el 85% de las especies marinas y el 70% de la fauna. Después de la EXTINCIÓN TRIÁSICA-JURÁSICA, hace 201 MILLONES DE AÑOS, que abrió el camino al reinado de los dinosaurios, los que remplazaron a los cocodrilos y ciertos mamíferos que murieron, y llegaron estos a vivir hasta 180 millones de años. Vino después la muerte de estos monstruos, con la EXTINCIÓN TRIÁSICA-JURÁSICA, hace 65 millones de años. La extinción de los grandes reptiles dio la oportunidad para que los mamíferos, que eran pequeños animales, amparados bajo tierra, tuvieran la oportunidad de multiplicarse y poblar el planeta y naciera el ser humano.
He de anotar que en el llamado año galáctico 19 se dieron: Extinción masiva del Pérmico-Triásico, o Gran Mortandad, Extinción masiva del Cretácico-Terciario, y la aparición de los humanos, los que a lo mucho tienen 5 millones de años de vida sobre la Tierra, siendo junto con los otros seres vivos el 5 %, de los sobrevivientes de las especies vivas, que tenía el planeta en los inicios y es el destructor número uno de nuestro hábitat.
En casi todos estos procesos de destrucción y transformación de la vida, un papel determinante lo han jugado las erupciones volcánicas, que son como cajas de resonancias, de las fuerzas colosales, que operan en el agujero negros que orbitamos, o de los monstruos que encontramos en nuestro viaje cósmico.
No hay duda que esos grandes ciclos de destrucción y transformación de la vida, que niegan la existencia de la muerte, se repetirán y estamos ante una tendencia irrevocable, que punga por una sustitución total de la vida que ha existido en el planeta Tierra. Razón tenía Stephen Hawking cuando nos decía que nos quedaban 1.000 años para salir de la Tierra y buscar otro hábitat, donde continuar la especie humana. Posibilidad muy remota, porque el tiempo se acaba, las distancias son muy largas, y los obstáculos a vencer son muchos e impredecibles, y en nuestro desarrollo interestelar estamos en pañales. Con el 1 % que controla, manipula y le impone el pensamiento, el conocimiento, imágenes y creencias a los casi 9.000.000 de habitantes, obnubilados por sus avaricias, y con sus planes de selección, están reduciendo la población mundial con auténticos genocidios. Siendo sus sentimientos y sensibilidad, la de primates con bancos, bombas nucleares e inteligencia artificial. Tal vez la única posibilidad que tenemos es que esos casi 9.000.000 de seres humanos, se liberen de ese 1 % y con el vibrar de la conciencia cósmica, rompan el eslabón de la cadena, y nos permita irrumpir como el hombre cósmico de vedad, que gana nuevamente la voluntad del gran arquitecto universal.
Hace 7 años, cuándo le dije al profesor Stephen Hawking: la amenaza que se venía era el congelamiento y le pregunté, sobre las razones para afirmar con exactitud que nos quedaban 1.000 años para salvar la especie humana, información que se puede conseguir en mi canal de YouTube en un video, como Carta pública a Stephen Hawking, su asistente me respondió que el profesor había leído mi mensaje, pero le disculpara por no responderme ya que estaba muy ocupado. Seguí con mi proceso de indagación y hoy estoy casi seguro, el por qué lo dijo, y me convenzo: no sabemos lo que está pasando ni lo que vendrá y la única alternativa cierta y verdadera es Dios.
Por eso he vuelto a la calle con La plegaria Dios es Amor, trato de dar lo mejor de mí en pro del bien común y nuestra especie humana, tenga una nueva oportunidad en la vida cósmica.
Mario Ramón Mendoza